domingo, 18 de mayo de 2014

DAREN. EL EMISARIO DE LA MUERTE - CAPÍTULO 3 - EL EMISARIO DE LA MUERTE

¡Hola a tod@s! 

Ya está aquí el tercer capítulo de Daren. El Emisario de la Muerte, antes que nada quiero informaros que la novela está registrada y que no se puede copiar la totalidad o parte de su contenido.

También os quiero agradecer el apoyo con la novela y las continuas muestras de afecto que hemos recibido con los primeros capítulos. Si aún no los habéis leído, podéis hacerlo en los siguientes enlaces:

00 - Prólogo
01 - Tasardur
02 - Convalecencia

Si preferís, podéis acceder a los capítulos a través de este blog, que es el oficial de la novela: http://darenelemisariodelamuerte.blogspot.com.es/2014/02/capitulos_15.html

Como dijimos con los anteriores números, se trata de un texto completamente virgen, es decir, que aún no ha sido editado por ningún profesional y si hay algún error sintáctico pedimos disculpas, pero lo que realmente nos importa es que la historia y los personajes os atraigan.

¡Esperamos vuestros comentarios aquí o en el blog NOVEDADES DISNEY! ¡Muchas gracias!



CAPÍTULO 3
EL EMISARIO DE LA MUERTE

                Conocía el camino de memoria y es que no siempre tuvo su moto. El recorrido que iba a hacer hoy era habitual en los días en los que se sentía enfadado, intranquilo o nervioso. Con la capucha solo veía el suelo, pero era lo único que necesitaba ver, por ahora.
                Muchos no comprenderían lo que sentía, pero si quería afrontar su miedo, nada mejor que eso. Necesitaba gente, multitudes, estar rodeado del mayor número de personas posible, que no supieran quién era, ni de dónde venía, gente que solo pasase por su lado, sin preocuparse de lo que le ocurría, de ese cuerpo que él notaba extraño y de esas nuevas sensaciones que estaban a punto de volverle loco.

                Solo tuvo que pasar el viaducto para encontrar lo que deseaba y es que, como cualquier sábado al mediodía, el centro de la ciudad estaba repleto de turistas. Los accesos a la Almudena y al Palacio de Oriente eran un hervidero. Daren intentó dirigirse hacia la plaza contigua, pero nada cambió y con la capucha bajada era muy difícil no chocarse con alguien, pero extrañamente no lo hizo. Su cabeza estaba rebosando de la cantidad de información que le faltaba por asimilar y es que por sus oídos entraban las voces de todas y cada una de las personas hablando en decenas de idiomas y con su nariz podía percibir cientos de olores que le rodeaban, no obstante, un sentimiento más raro aún se estaba apoderando de él. Aunque mirara al suelo y solo viera los baldosines y los pies de las personas que iban y venían, el joven percibía ciertas sensaciones que le permitían prever el rumbo que iban a tomar aquellas personas o en qué momento iban a girar. En su mente se iba creando una realidad paralela con todas las percepciones que le llegaban, que era tan parecida a la real que no tenía problemas para caminar sin alzar la cabeza.

                Cuando llegó a la Plaza de Isabel II, sus pies le condujeron solos a la calle Arenal en dirección a uno de los puntos más concurridos de la ciudad, la Puerta del Sol. Con solo poner un pie en la transitada calle, el agobio se empezó a apoderar de él. Era tal la marea de gente que intentaba atravesar la vía, que muchas personas andaban lentamente mientras dejaban caer de forma leve su cuerpo sobre el que estaba delante para evitar cualquier traspié. Sin embargo, a Daren no le afectaba a la hora de continuar su camino a paso ligero esquivando a los transeúntes que se ponían en mitad de su trayectoria. Sabía que era una locura, pero cuánto más gente hubiera, más posibilidades tendría de despejar su mente y calmarse, pero en esta ocasión le estaba costando demasiado.

                En cuanto llegó a Sol, un pitido en su muñeca le hizo perder la concentración. Era su reloj. Levantando la mano, lo alcanzó con la vista y en vez de mostrar la hora, una foto de su niñera ocupaba la pantalla. Le estaba llamando. Tenía el auricular en el bolsillo, pero no era momento de hablar con nadie. Estaba solo entre tanta gente. Solo con sus problemas. Y es que, ¿acaso podría confiarle a alguien lo que le estaba pasando? ¿Podría desahogarse con alguien y contarle lo que estaba sintiendo? Solo podía confiar en Yera y Nana Dori y su novia creyó que tenía estrés por el accidente cuando le habló de aquel ser, e incluso dudaba que su niñera siguiera confiando en que vio unos ojos color miel antes de ver muerto a su hermano. No, ahora no podía pensar en eso. En sus puntos débiles. Debía dejar la mente en blanco para poder enfrentarse a lo que estaba sucediendo.

                ¿Qué hora sería? Intentó mirar al cielo para descubrirlo pero prefirió seguir con la cabeza agachada. Desde muchos rincones de la plaza le llegaban grandes destellos de luz, que bien podrían ser reflejos de las cristaleras de la plaza o personas codificadas. Pero no era el momento de descubrirlo. Sería difícil soportar ver a otra persona así y lo que necesitaba era tranquilizarse. Daren frenó para ver sus posibilidades y la Gran Vía le ofrecía también ingentes cantidades de personas, por lo que se dirigió a la calle Montera.

                Daren estaba acostumbrado a las señoritas que ofrecían sus servicios a ambos lados de la calle y las aglomeraciones que se formaban en esa zona comercial, pero una nueva sensación recorrió su cuerpo.

- "¡No huyas!" - Una voz sibilina recorría cada uno de sus poros, poniéndole el vello de punta. ¿Le habría reconocido alguien de la universidad? ¿Quién sabría que estaba huyendo? ¿A tal grado había llegado su locura? Se paró en medio de la calle con la cabeza todavía agachada, intentando percibir algo raro. Pero cada persona seguía su camino sin fijarse en él. Su cabeza se estaba volviendo a apoderar de él y era él quién tenía que tomar el control. Cuando intentó retomar la marcha, de nuevo esa extraña voz se adueñó de su cuerpo.

- "¡Enfréntate a lo que eres!" - Esta vez sí pudo percibir la procedencia de la voz, lo que le puso todavía más nervioso. La voz estaba dentro de él, en su cabeza, le llegaba directamente sin pasar por sus oídos. Daren comenzó a entender que esa vuelta por el centro no había sido buena idea, pero ahora no podía echarse atrás. Tenía que continuar su camino sin importar a dónde le condujese.

                Una vez que llegó a Gran Vía tomó rumbo a Cibeles a un paso todavía más acelerado. El reloj volvía a sonarle pero esta vez ni siquiera se paró para descubrir quién le llamaba. Solo tenía que seguir hacia adelante. Sin rumbo, pero sin pausa.

- "¡No podrás correr más! ¡Eres mío! ¡Soy tu dueño!" - La última sílaba retumbó como un grito aterrador dentro de él. La voz se notaba cada vez más irritada, más enfadada y él cada vez estaba más nervioso. Le faltaba el aliento y le era imposible controlar su cabeza, que le empezaba a dar vueltas. Pero un inexplicable valor lo impulsó a correr todavía más deprisa.
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- ¿Qué no puedo correr? ¡Párame! - A una velocidad inusitada, alcanzó la bifurcación entre Gran Vía y Alcalá, dirigiéndose raudamente hacia la estatua de la diosa Cibeles. La velocidad le recordó a cuando disfrutaba sobre su moto y  la adrenalina calmaba su ánimo y relajaba su mente. Pero entonces ocurrió algo macabro a la par que alucinante.

                Taladrantes campanadas atronaban sus oídos. Sentía como si tuviese un campanario entero dentro de su cabeza, pero no eran campanadas de alegría ni de fiesta. Más bien, era un clamor, un toque de difuntos. Daren no pudo más que arrodillarse en el suelo e instintivamente se llevó las manos a los oídos sin darse cuenta que el sonido no venía del exterior. Las campanas sonaban cada vez más fuerte y Daren cayó rodando al suelo, creyendo que la cabeza iba a explotarle. Sin embargo, en el mismo momento que llegó a su límite, el sonido cesó, pero no solo las campanas, sino todo.

                La primera sensación fue la de haberse quedado sordo, no oía nada, ni coches, ni las personas, ni los pájaros, todo a su alrededor se había quedado en mute. Y de repente, un sonido demostró que no sufría de sordera. Era un crujido que venía de las entrañas de la Tierra. El sonido del suelo desgajándose y abriéndose. Un terremoto. La calle se abría y las imágenes de los coches y las personas frente a él caían hacía abajo, como un dibujo que se diluye. Daren corrió hacía una de las aceras, pero otro sonido le preocupó más y le hizo quitarse la capucha y por primera vez desde que salió de su casa, levantó la vista al cielo.

                El sonido provenía de la Victoria Alada, la estatua que separaba las calles Alcalá y Gran Vía. Desde lo alto del edificio, la portentosa imagen estaba crujiendo y se intuía un grito sordo queriendo salir de su interior. Pero para terror de Daren, la estatua comenzó a eclosionar, como si fuese el huevo de un ave. Se quebraba y los trozos de la Victoria Alada caían de forma estruendosa sobre la calle. Un conocido humo morado salía de las partes liberadas de la estatua, hasta que los pedazos que quedaban en pie se rompieron en mil añicos, descubriendo el origen de las voces en su cabeza: Saeros.

                En cuestión de segundos voló desde lo alto del edificio Metrópolis, en dirección a un Daren aterrorizado que pese a intentar correr, tropezó con una de las grietas del suelo y cayó, dando la vuelta en el asfalto, para con las manos protegerse de lo que fuera a venirle encima. No obstante, el ser aterrizó a pocos metros de él, realizando el resto del trayecto por el suelo, moviendo ampliamente las caderas.

- ¡Guau! ¡Menuda entrada! ¿La tenías muy ensayada, no? - ¡Imbécil! Otra vez le perdía su boca.

- ¿Salengi? - Saeros miró a la serpiente que se enroscaba en su brazo. - ¿No le dejamos claro a este joven que no nos gustan los chistosos? - Se tocó el mentón en un gesto dramático y gritó - Parece que no le ha quedado lo suficientemente claro.

                Saeros, en un abrir y cerrar de ojos, colocó su cara a escasos centímetros de la de Daren y le mostró dos filas de afilados dientes. Daren volvió a temer lo peor y cerró los ojos, manteniendo uno medio abierto para visualizar a su oponente. La cara de Saeros se iba deformando, manteniendo fijos los dientes frente a Daren. Todo el rostro se echaba hacía atrás hasta formar las fauces de un gran león, que sin siquiera poder preverlo, emitió un estruendoso y maloliente rugido ante la cara del joven, haciéndole que intentase retroceder arrastrándose con las manos.

- Lección uno: ¡No se juega con tu amo! - La cara de Saeros volvía a su estado normal, aunque Daren no sabía si lo prefería transformado o al natural - Me queda mucho por aprender de ti. ¡Salengi, apunta! El novato no pilla bien las indirectas - La serpiente movía de un lado a otro la cabeza como si estuviese escribiendo al aire el dictado de su dueño - ¡Vale, lo reconozco, me gustan estos numeritos de destrozar las calles y provocar catástrofes, pero oye, no me eches a mí la culpa! Si hubieras cumplido con tu cometido después de la primera señal y de la segunda y de la tercera, lo podrías haber evitado, pero en fin...

- ¿Qué quieres de mí? - dijo Daren temblando desde el suelo con la poca voz que le salía.

- ¿Que qué quiero? ¿Me estás preguntando que qué quiero? - El ser cogió a Daren de la camiseta levantándole con gesto amenazador y lo depositó suavemente para que se mantuviera de pie en el suelo, quitándole el polvo que se le acumulaba en los hombros. - Veamos, qué tal si te dijese que sólo quiero un poco de agradecimiento. No es mucho pedir después de todo lo que le he dado, ¿verdad que no, Salengi? - La serpiente volvía a mover la cabeza negando de un lado a otro, confirmando que entendía perfectamente las palabras de su dueño.

- Lo siento, pero estoy perdido, necesitaría un mapa o un GPS.

                Los ojos de Saeros hervían de fuego y cogiéndole fuertemente de los brazos, lo elevó hasta el cielo, muchos metros por encima de cualquier edificio de la ciudad.

- ¡Oh, mira su cara descompuesta¡ ¿No le tendrás miedo a las alturas? - El ser reía malvadamente mientras le dejaba que resbalase poco a poco. Daren intentaba agarrarse a él para no caer, pero su capa era muy correosa, y quedó con los pies colgando apoyado únicamente por la mano de Saeros. - ¡Qué pena que tengamos que soltar lastre! - dijo el ser con una cara fingida de tristeza. - Disfruta del paisaje mientras caes ¡Ataca Salengi! - La serpiente recorrió el brazo del ser hasta llegar a la mano de Daren y un segundo antes de que le mordiese, el joven se soltó, sintiendo un gran vacío ante sus pies. Pataleaba, chillaba y el segundo que tardó en llegar al suelo se le hizo eterno. Pensó en Said, en Yera y en Nana Dori, en sus padres, y hasta en Saeros, no comprendía porque le hacía esto.

                El impacto fue brutal, notó como el golpe recorría todo su cuerpo como si fuese una gran onda y el dolor inaguantable le invadía por completo, aquello debía ser estar muerto de verdad, pero se sentía consciente. Pese a que le dolían las manos, intentó incorporarse e increíblemente se levantó. Comenzó a explorarse por todo el cuerpo, comprobando que aunque se había roto el pantalón vaquero y la cazadora de cuero, no tenía ni un rasguño.

-¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo! - Daren comenzó a dar saltos alrededor de sí mismo, mientras Saeros descendía de las alturas lentamente, levantándose la capa como si tuviera miedo de pisarla.

- Espero que después de esto se te quede grabada la primera lección y que te muestres un poco agradecido. Tomaré ese baile tan absurdo tuyo como un "Gracias" y te respondo "No hay de qué"

- ¿Agradecido? Pero si me has tirado y por poco me matas - Le gritó Daren desesperado.

- Este chico no es muy despierto, ¿verdad? - Saeros miraba atónito a su serpiente que todavía se relamía tras no haber podido morder la mano de Daren. - Tú mismo lo has dicho. ¿Rebobino? "Por poco te mato". Has caído al suelo desde una altura de ¿cuánto? - Se preguntó el ser mirando hacia arriba. - ¿500 metros? Y mírate, ahí sigues vivito y coleando, y para mi desgracia diciendo solo tonterías. ¿No te das cuenta de lo que te he dado, además de la oportunidad de vivir de nuevo?

- Así que fue verdad - Daren no hacía más que mirar arriba y abajo atónito y palparse una y otra vez. - Estuve muerto.

- ¡Bingo! Salengi, recuérdame que en la próxima evaluación le pongamos un “Necesita Mejorar” a este muchacho, porque entre tú y yo tiene muy buen cuerpo - dijo bajando un poco la voz como si Daren no estuviera delante – pero creo que tiene la cabeza vacía. - La serpiente miraba hacia el lado opuesto de su dueño, enfadado por haberle quitado tan exquisito bocado.

- Pero, ¿cómo es posible que siga vivo? - Daren continuaba asombrado.

- ¿Tras morir o tras caer desde lo alto? - Le respondió Saeros mientras hacía que se quitaba suciedad de una de sus largas uñas.

- ¿Ambas? - Respondió tímidamente Daren, con la sensación de no comprender nada.

- Digamos que para las dos existe una única respuesta: Gracias a mí. Repasemos - dijo el ser andando de un lado a otro como intentando recordar - Moriste. Oh, sí, qué pena, lágrimas, llantos, drama, etcétera, etcétera. Viniste a mí, como hacen todos los muertos, claro está. Veamos, veamos. Sí, tuve la oportunidad de tomarte, porque créeme tienes un alma muy pura, pero vi tu físico y esa cara y dije, chico, porque vas a desperdiciar algo tan bueno, si puedes tenerlo para algo mucho mejor. - Sus dedos se entrelazaban rítmicamente esperando que las ideas que había lanzado al aire, fuesen cogiendo forma en la mente del chico.

- Vale, entonces, me devolviste la vida ¿para qué? ¿Para meterte en mi cabeza y torturarme hasta que pierda el sentido?

- Salengi, recuérdame al llegar a Tasardur que me tome una pastilla. Este chico me levanta dolor de cabeza, y eso que no me duele nada - Saeros se llevó las manos a la cabeza pensando cómo hacer que el joven entrara en razón. - Tienes pinta de que necesitas que vayamos pasito a pasito - Dijo mientras se acercaba y le agarraba de un hombro. - Volviste a la vida, porque una vez muerto, me perteneces y como creo en tu potencial, no lo quería desperdiciar. Tengo cientos de servidores por todo el mundo y tú ya formas parte de ellos. ¿A qué estas más contento?

- ¡Muchísimo! - dijo Daren irónicamente aún sin comprender. - ¿Y qué se supone que tengo qué hacer?

- Usar los dones que te he dado - Saeros intentó que su cara reflejase una sonrisa, pero solo consiguió torcer el gesto.

- ¿Oír voces y ver a gente a rallas son dones? Casi preferiría belleza, una melodiosa voz y quedar dormido en un profundo sueño.

- Oh, pequeño mío - le dijo Saeros pasándole la mano por la cabeza y despeinándole. - Te quedas en lo superficial y en lo incómodo, hasta que lo domines. Pero lo que yo te he dado es mucho más grande, te he cedido parte de mis poderes, y eso ya es mucho.

- ¿Dime que no me crecerá la uña ni se me pondrán los dientes afilados, por favor, por favor? - Le suplicó Daren intentando agarrarse a su capa sin éxito.

- Recuerda la caída - le dijo un Saeros que estaba empezando a malhumorarse de verdad. - No has muerto, ese es tu primer don. Eres inmortal y por ti nunca pasará el tiempo, seguirás siendo un joven de 20 años toda tu vida, si me sirves fielmente, claro está. Oye, no me digas que no es una pasada, hay muchos que darían todo lo que tienen por eso.

- ¡Vaya! - Daren comenzaba a mirar su cuerpo de manera distinta. - ¿Y el resto, el oído, la visión, qué me pasa?

- Son tus armas, querido. Las que utilizarás para tus oscuros propósitos. Te he dotado de un oído agudo y unos sentidos más avanzados de lo normal, podrás correr a más velocidad, más ágilmente, reconocerás olores imposibles para el resto de los humanos, y eso no es del todo grato, depende de al lado de quién te pongas. Digamos que tienes todas las prestaciones de un guerrero.

- ¿Y la gente rallada también forma parte de esos sentidos?

- Eso es última tecnología, inventado y patentado por un servidor - dijo Saeros haciendo una gran reverencia - Es mi lista de deseos - Saeros veía la cara de incógnita que se le estaba quedando a Daren conforme hablaba. - Perdona, eres corto, lo olvidaba. ¡Salengi¡ ¿Por qué no me recuerdas estas cosas? A ver cómo te lo hago entender. ¡Ya está! ¿Te acuerdas de cuándo estuviste en Tasardur?

- ¡Cómo olvidarlo! - dijo Daren mientras un escalofrío recorría todo su cuerpo.

- ¿Recuerdas toda esa montaña de cadáveres putrefactos e infectos? Muertos cualquiera, almas pútridas que solo sirven para alimentar a mis alimañas. Pero después están las almas de las que me alimento y que me hacen cada vez más y más poderoso. Pues esas son las que ves codificadas, pero claro, no todas de golpe, ya que tu cabecita no lo soportaría sino de una en una. Sé que estos días has visto muchas pero solo será hasta que te acostumbres.

- Para el carro, ¿se supone que yo tengo que alimentarte de personas? - le dijo un Daren anonadado.

- De almas puras, para ser más exactos. Las otras me sientan mal - le respondió Saeros tocándose la tripa.

- ¡Tú estás loco! Y, ¿cómo se supone que te las voy a llevar, a través de un túnel mágico? - Para su asombro Daren vio como Saeros se llevaba una uña al cuello y como de una pasada rápida lo movía de lado a lado. - ¿Matarles? No, yo no soy ningún asesino y menos un sicario a las órdenes de un ser con ínfulas de poder.

- Sicario, no. Técnicamente serás uno de mis emisarios de la muerte, repartidos por todo el globo para traer hacia mí los bocados más suculentos de la humanidad. ¿Es poco lo que pido a cambio traerte de nuevo a la vida, no crees?

- Preferiría estar muerto. - Cada vez que pensaba en lo que ese ser le estaba pidiendo, más asco le producía a Daren, no podía ser que esto le estuviese pasando a él.

- ¡Ah, sí, querida Salengi! ¡Cuántas veces hemos visto esta escena antes! ¡Un valeroso ser humano que elige la muerte antes que matar! ¿Valentía o cobardía por no querer enfrentarse a su destino? Yo creo que lo segundo. - La serpiente asentía con su cabeza ante las palabras de su dueño. - Normalmente la opción A es servirme sin rechistar y la B es morir, pero en tu caso replantearemos tu situación. - Levantó un brazo con la mano abierta y Daren notó como una fuerza producía que colocase las manos hacia atrás inmovilizándole. Lentamente se fue acercando hacia él cogiéndole el mentón con la mano. Daren no pudo quedarse mirando esos ojos que desprendían fuego.- Con lo bien que lo podríamos pasar los dos juntos, o yo solo. ¿Recuerdas mi uña y cómo se clavaba en tu espalda? - Le dijo mientras levantaba el dedo. - Ya que vas a estar rodeado de muerte, estaría bien que comprendieras cómo funciona y que hay cosas peores que la misma muerte. Siendo inmortal podría infligirte mucho dolor durante bastante tiempo y seguirías vivo. - Cerró su mano cerca del pecho del chico y presionó fuerte. Repentinamente un dolor agudo como una gran puñalada se adentró en Daren. Era el dolor más fuerte y profundo que nunca había sentido, haciéndole caer al suelo de rodillas, pero Saeros no apartó su mano del pecho del chico. Pese a ser un dolor tan profundo, sabía cuál era la otra opción y eso era suficiente, para no flaquear. Y reuniendo todo el valor que pudo se atrevió por primera vez a mirarle fijamente a los ojos.

- Puedes torturarme todo lo que quieras. Nunca mataré a nadie para ti. - Saeros vio la determinación en los ojos del chico y aflojó la mano de este, que empezó a respirar aliviado por el fin del dolor y al creerse victorioso, pero nada más lejos de la realidad. Saeros se alejó un poco, haciendo el gesto de lavarse las manos.

- Nunca digas de este agua no beberé. Continúa habiendo cosas peores que la muerte. - Una mueca malvada cruzó la cara de Saeros. - ¿Verdad que nos hemos fijado en dos chicas estos días, Salengi? - La serpiente asentía y sacaba la lengua como relamiéndose. - Esa novia pelirroja tiene pinta de estar muy sabrosa, ¿a que sí? Y la mujer rechoncha que te cocina y te limpia ha de tener un alma muy pura. Pobre niñito, 20 años sin saber hacerse la cama y va a tener que aprender cuando nos la llevemos antes de tiempo. - Mientras con una mano acariciaba la piel de la serpiente, con el rabillo del ojo iba viendo como la fuerza en los ojos de Daren flaqueaba y su decisión no era tan firme como antes. - Respóndeme una última pregunta antes de declinar mi oferta: ¿Serías capaz de echarte a la espalda la vida de otros dos de tus seres queridos? ¿Puede para ti más el dolor de matar a personas desconocidas o la culpa de haber sido responsable de la muerte de toda la gente a la que amas? ¿Podrías aguantar una vida de lamentaciones sabiendo que serás inmortal y que ninguna manera de suicidio te será útil?

                Tocado y hundido. Las palabras de Saeros hicieron mella en el muchacho que no pudo más que reconocer que había perdido. Ese ser diabólico sabía cuáles eran sus puntos débiles y no le quedaba otro remedio que servirle si quería que Yera y Nana Dori siguieran a salvo.

- Dime qué tengo que hacer - dijo un Daren desolado.

- ¿Ves? No era tan difícil llegar a un acuerdo. Ya irás viendo que soy muy razonable. Veamos, a partir de ahora, comenzarás a hacer caso a las señales y le quitarás la vida a todos aquellos señalados, que vendrán a mí para poder saciarme. Tu objetivo será claro, tendrás que mantener contacto con ellos y hacer que pierdan la vida, pero eso sí, debe parecer un accidente, nada de armas ni pruebas. Y recuerda, solo aquellos a los que les vas a quitar la vida podrán verte en el momento final. El nuestro es un gran negocio, gracias a la discreción y no queremos levantar sospechas. El más mínimo error y pasarás un tiempo aislado y aleccionado. Tú has sentido en tus carnes mis lecciones, ¿no?

- ¿Y cómo se supone que le voy a quitar la vida a alguien sin usar un arma? - le preguntó Daren desde el suelo, sin ni siquiera mirarle.

- No te hagas el tonto conmigo. Sé que tienes mucha imaginación y un instinto nato. Cuando llegue el momento sabrás cómo hacerlo. - Saeros se fue alejando rápidamente del muchacho como si se hubiera entretenido demasiado con él. - Espero no verte pronto. Eso significará que estás haciendo bien tu trabajo. - Y con un chasquido de sus dedos se esfumó, quedando solo ligeras briznas de humo morado.

                Daren tuvo que estar atento a sus instintos y rodar por el suelo, para que un coche no le atropellase. En el momento en que desapareció Saeros toda la calle había vuelto a cobrar vida. No había rastro de terremoto y la Victoria Alada volvía a erguirse orgullosa sobre el edificio Metrópolis. Todo seguía como si nada hubiera pasado y Daren deseó que en su interior ocurriese lo mismo,  pero era imposible, después de todo lo vivido.

                Ahora sabía que nada era un sueño, que todo era realidad y que lo que le esperaba en su vida no era nada halagüeño, pero no tenía opción si quería seguir con vida, y los más importante, que las dos razones de su vida siguieran estando en ella.

                El camino de vuelta se hizo más duro que el de ida. El peso en el corazón de Daren era más grande. Instintivamente, miró a la Victoria Alada, mientras subía por Gran Vía y le dio la impresión que le observaba. Aceleró el paso, pues por nada del mundo quería volver a encontrarse con ese ser, ya que aún persistía un fuerte dolor en el pecho y en todas sus articulaciones por la caída. Su casa ahora mismo sería su refugio y no sabía si pronto podría encontrarlo en alguna otra parte.

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                Desde lo alto de uno de los edificios de Gran Vía, Saeros se apoyaba sobre el pie de la estatua de Ganímedes mientras observaba como Daren se alejaba de vuelta a casa. Había conseguido su objetivo, pero no se fiaba de la lealtad del muchacho.

- Quiero que desde ahora le mantengas vigilado - le dijo a una sombra que quedaba tapada tras las alas del ave fénix sobre el que Ganímedes se apoyaba. - Y me informes de cada uno de sus pasos. Este chico puede jugárnosla y habrá que atarle en corto.

10 comentarios:

  1. la espera a valido la pena me encanta esta novela sigue asi
    pd:¿puedes quitar eso de demuestra si no eres un robot?

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  2. me dejas en vilo siempre.ya estoy deseando ver el siguiente.increible . me encanta. lo describes tan sumamente bien que parece que estoy dentro de la historia

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  3. ¡Hola Tex!
    Aquí estoy de nuevo para comentarte, otra vez. El mensaje anterior, así como resumiendo mucho para no ser cansina, venía a decir: ¡Saeros, hazme hijos ya! O ya te los hago yo si ves que estás liado... que no me importa >.<

    No, no fui tan bruta en realidad... ¿o sí? Para el caso es lo mismo. Que me encanta.
    Así, tal cual. ME ENCANTA TODO. Me encanta Saeros (ya sabes que es el niño de mis ojos, aunque de niño tenga poco...); su aparición es magistral y me encantó que Daren la liase parda al abrir la boca. Me recuerda mucho a algún personaje... pero ahora mismo no sé cual. Me encanta Salengi, me encanta Daren y me encanta TODO. Así como resumen rápido.

    También debo decir que espero que no le pase nada a Yera... porque me enfadaré con Saeros muy mucho (si es el causante, claro... si no... pues le adoraré como siempre). Es que Yera es muy adorable y me encanta la relación que tiene con Daren. ¡Por Dios, Saeros... no le hagas nada a Yera!

    Y ya por último, me queda decir que me encanta este capítulo especialmente por la forma que está escrito. Es fluido y muy completo. Seguid por esta línea que vais de maravilla. Yo le veo mil posibilidades a esta historia ^^

    ¡Enhorabuena por todo! Y gracias por darme tantos personajes para adorar. Muchos ya los tengo interiorizados, como si fuesen amigos de toda la vida y eso me encanta. En mi caso, significa que fueron escritos y creados para mí de alguna manera y me alegro mucho de ser parte del público que tenéis. Me hace sentir especial cada vez que leo un capítulo nuevo.

    Nada más. En este me he estirado más que el anterior... así que bien está. Me voy a seguir estudiando y esperaré con ansias el siguiente.
    Besos y abrazos

    Ishys

    PD: Ya sé que me repito mucho con "me encanta" y "adorable" en varias versiones... pero no tengo nada mejor para expresarme que pueda definir tan bien lo que pienso de toda esta historia.

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    1. Si es que te como!! jajaja

      Antes de nada, decirte que lo siento porque hayas tenido que repetirlo, no se porque blogger falla tanto últimamente:(.

      Me alegra tanto leerte, de verdad, tus comentarios me hacen muy feliz y me siento satisfecho de que a alguien como tu, que eres imaginativa, con inquietudes y especial te guste mi novela y mis persoanjes. Es para mi muy gratificante.

      Saeros es muy grande jaja y eso que aún no se sabe nada de su origen ... pero tiene mucha miga y espero que te siga gustando según avance la historia. Daren y Yera también evolucionarán bastante y hay algún as en la manga que va a ser un punto de inflexión en la historia.

      Estoy redactando una entrada en Novedades Disney para promocionar tu magnífica historia sobre Elsa y Jack y así mis seguidores la conozcan^^

      Un abrazo enorme y millones de gracias de verdad!

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    2. ¡Hola Tex!
      Solo tengo un pregunta al respecto... ¿tu pretendes sacarme los colores, no? >.< Ains... mucho me halagas. Si me sigues malcriando, me presentaré un día en tu casa sin avisar >.< >.< >.<
      Bueno, ahora que lo digo... no sería mala idea que podamos conocerte en persona algún día. Yo estaré encantada. Tal vez, cuando vaya a la firma de libros para dar envidia a todos porque soy adorable ^^

      Tu historia me gusta precisamente porque es especial. Sí que es cierto que soy única en mi especie y solo suelen gustarme las cosas buenas de verdad, que hablan por sí solas.

      Y en cuanto a tu entrada sobre mi pareja helada... me pasaré para afirmar que me pones roja. ¡Muchas gracias, de verdad! Espero que la promociones porque te encanta... si no, no se te ocurra, ¿eh?
      Es que eres majo y te tenemos que querer... punto.

      Muchos abrazos para ti también. Los millones de gracias te los daré cuando vea la entrada >.<

      Ishys

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    3. Si, quiero sacártelos jaja, pero no he dicho ninguna mentira, todo lo que te he puesto lo pienso realmente^^. Por cierto, ya está la promo prometida en Novedades ^^.

      Gracias por todo!

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  4. Hola Tex!!

    Después de un examen, por fin he podido leer tu capitulo y el de Ishys, jeje. Adoró a Saeros >.<, lo adoró >.<, lo adoro >.<, lo adoró XD!!!! (así continuamente XD) Es el tipo de villano que me gusta a mi, perversamente capaz de matarte y con un toque humorístico sarcástico para reírse del desgraciado. El diseño de Saeros es igual a la de Hades, pero más personal.

    Y ahora Daren es contratado como "emisario de la muerte", me encantó que lo tirará de una altura de 500 metros y no tener nada, ni un arañazo (eso es tener buen cuerpo, XD). Estoy deseando ver sus poderes en acción, pero te juró que quien ha molado es Saeros y su serpiente, que además, es igualito-igualito a Jafar.

    Me gusta mucho el capitulo, gracias por escribirlo!! Besos ;)

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    1. Hola Aniram!! Muchísimas gracias,cariño! Espero que los exámenes saliesen bien!. Saeros mola mucho y eso que aún no ha tenido mucho protagonismo.. si hasta ahora os ha gustado, creo que al final del libro os encantará jaja.

      Un beso enorme^^!!

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